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En la mitología Griega, Demeter era la diosa madre, se presentaba como una bella y corpulenta mujer vestida con ropajes ondeantes, coronada con espigas de trigo y sosteniendo una espiga de grano, una hoz o arado y un cuerno de la abundancia. Ella reinaba sobre la tierra y los campos y se le rendía tributo en los misterios Eleusinos. Estos eran rituales relacionados con los misterios de la vida, muerte y renacimiento representados por la tierra, la semilla, las estaciones y sus cambios.
En la mujer, una fuerte presencia de este arquetipo representa la necesidad de ser madre, donde la idea de la feminidad se encuentra íntimamente relacionada con la de la maternidad. Procrear y cuidar de los hijos representa el rol y la misión más importante. Es la forma por la cual expresa su potencial creativo, sintiéndose plena y realizada a través de los hijos.
Cuando en la psique de una mujer empieza a surgir la necesidad de convertirse en madre o de concretar la experiencia de la maternidad decimos que se está constelizando el arquetipo de Demeter.
En cada mujer esta energía puede manifestarse de forma muy diversa, hay mujeres que la desarrollan y la viven a plenitud disfrutando este momento vital como una experiencia sublime, están aquellas quienes a pesar de convertirse en madre no logran conectarse psíquicamente con la vivencia, lo que hace que el paso por la experiencia se convierta muchas veces en una responsabilidad dura de sobrellevar. Finalmente están las mujeres que nunca se convirtieron en madres (por elección propia o por la imposibilidad física de concretarlo) pero viven esta energía “desplazada” en actividades conectadas con la creatividad.
Vamos a analizar detenidamente cada una de estas posibilidades.
En el momento vital en que una mujer anhela tener un hijo y este anhelo no responde únicamente a una expectativa social sino a una verdadera necesidad interior, pudiéramos decir que la mujer se encuentra en armonía consigo misma y preparada psíquicamente para recibir la experiencia de la maternidad y asumir el rol de madre. Este estado de plenitud física y emocional es importante para poder pasar por la experiencia con conciencia, saber discriminar qué es importante para uno y para el bebé y prepararse para recibirlo y darle los cuidados necesarios. Generalmente una mujer en esta condición, una vez que ha nacido su hijo, no lo confía al cuidado de otros y desea estar con él la mayor parte del tiempo. Esto implica cambios en otras áreas de su vida, pero existe la conciencia de que es necesario renunciar a algunas cosas que parecían importantes para dirigir las energías hacia este nuevo proyecto que durará toda la vida.
Es por esto que puede resultar muy estresante asumir este papel cuando los motivos para tener un hijo están basados en “dar un nieto” “dar un hermanito” “ya me toca” “mejor salir de eso”, etc. Hasta llegué a escuchar en una oportunidad en relación al segundo hijo “mejor tenerlo rápido para no estar guardando los peroles en el maletero” (snif). Estamos tan condicionados por lo social que detenernos a pensar íntimamente con nuestra pareja sobre las motivaciones que nos llevan a traer un hijo al mundo parecieran resumirse en pocas frases cliché, que además suelen gozar de aceptación social y gran popularidad. Muchas parejas dirán que “sencillamente ocurrió” pero no olvidemos que detrás de cada acto siempre hay una motivación, consciente o no.
Personalmente considero que la maternidad es una experiencia que llena a la vida de vida, sin embargo no es una vivencia que a todas las mujeres pueda resultar gratificante o necesaria. Socialmente este arquetipo es deseable y los medios estimulan a que las mujeres seamos madres (Deméter) pero también a que estemos “buenas” (Afrodita)… ¿Cómo podemos cumplir con tales funciones si estamos hablando de dos energías contradictorias? Ya puedo escuchar a muchas mujeres diciendo que nunca se sintieron tan “sexys” como cuando tenían una barriga… Yo las invito a recordar su último mes de embarazo y el post parto. No creo que sea necesario estar sexy fuera de contexto. Con esto no quiero decir que una no pueda sentirse subjetivamente sensual en determinado momento del embarazo, pero todo tiene su momento. Una cosa es sentirse bien consigo misma (tarea ardua el ultimo mes) y otra cosa es forzar a Afrodita a hacer aparición. Sin embargo entiendo que hay para todos los gustos.
Cuando en una mujer el arquetipo de Deméter no es lo suficientemente fuerte y se concreta la experiencia de la maternidad, tenemos un problema. El embarazo puede ser vivido con múltiples achaques y molestias, dolores erráticos, no localizables. A veces la madre (sobretodo al principio del embarazo) puede “olvidarse” de su condición y una vez que el niño ha nacido se le hace difícil percibirse como madre. Estas mujeres no tienen la paciencia para pasar tiempo con su hijo (se requiere de muuucha paciencia) y pueden sentirse torpes en las funciones básicas de cuidado. Esta situación genera un ciclo de rechazo y culpa que a veces es difícil romper. Todo esto no es fácil de sobrellevar pero creo que al final la realidad se impone y todas llegan a la aceptación. Pudiera decirse que la maternidad es vivida más como una responsabilidad que como un proceso natural.
Un aspecto que no favorece a estas mujeres es que siempre se habla de los aspectos positivos de la maternidad, dejando de lado aquellos más difíciles u oscuros los cuales no se contemplan por temor, por miedo a sentirse diferente y excluido, por no cumplir con lo que se espera debería ser la maternidad y sobretodo por el aspecto culposo. Pareciera que una mujer embarazada y en post natal no tiene el derecho de expresar sus miedos y disgustos en relación a esta etapa y si lo hace no es vista con muy buena cara por quienes le rodean. “Mala madre” pensaran algunos. Yo pienso que es más sano decir lo que nos disgusta.
Aquellas mujeres que no han concretado la maternidad por elección propia o por imposibilidad de quedar embarazadas responden a intensidades diversas del arquetipo materno. En el primer caso considero que hay autoconciencia sobre la no identificación con el hecho de ser madre, sencillamente no hay necesidad de vivir esta experiencia. Debo decir que admiro a estas mujeres por su sinceridad y por la fuerza interior por no quedar presas en los estereotipos. A veces es más fuerte la demanda externa que el sentir interno, es entonces que la mujer atenta contra si misma imponiéndose una vivencia “para cumplir”. Es aquí que vemos mujeres descabelladas inventando cualquier actividad post escuela porque no toleran a su propio hijo. Generalmente estos son los déficit de atención tan de moda hoy en día. Aprovecho el espacio para decir que el déficit de atención es de los padres y no de los hijos.
Cuando en casos difíciles existe la imposibilidad de concebir y poder tener un hijo tenemos el caso contrario: un arquetipo esperando a ser llenado por la experiencia. Si la experiencia no llega hay un vacío que puede convertirse en existencial y puede derivar en una depresión con los consecuentes problemas de pareja. Es necesario darle salida a esa energía psíquica para que no se vuelva contra si misma. Para esta mujer los hijos no nacidos llegan a ser la razón de su vida, la ausencia de los mismos le generará un vacío enorme que no podrá ser llenado por nadie. Una mujer Deméter en esta circunstancia se deprime, pierde el sentido de vivir y su rabia cubierta por un velo de tristeza estará dirigida no sólo hacia ella misma sino hacia quienes intenten ayudarla. Se sentirá victima, sin interés por más nada, negada a producir cualquier otro tipo de vida, seca por dentro y estéril de emoción. Le recomiendo a estas mujeres que opten por la adopción y si esta posibilidad no les atrae o no es posible concretarla hay otras salidas: profesiones de ayuda, todo aquello que implique el cuidado de otros, la opción es buscar actividades donde pueda prestar un servicio de cuidado realizando así una acción social con un sentido trascendente.
Es importante recalcar que todas estas descripciones responden a posibilidades de manifestación del arquetipo y no a pautas rígidas de comportamiento. Recordemos que la conciencia es nuestra mejor aliada en la lucha por vencer nuestros propios monstruos, así sea en un tema tan aparentemente rosado como la maternidad.
Laura Morandini
Psicólogo Clínico, Psicoterapeuta
email: morandinil@cantv.net
Este ensayo es genial, lo escribió una de mis pacientes y excelente amiga, Lic. Laura Morandini, Psicólogo Clínico, quién aceptó colaborar en este proyecto con esta bella, original y elocuente exposición sobre la maternidad: La experiencia de la maternidad desde la perspectiva arquetipal.
Laura habla con experiencia, pues ella acaba de iniciarse en las lides de ser madre de una preciosa bebé (de esto hace ya unos pocos años)